Natalia Oreiro adelantó por primera vez lo que será #EntreCanibales

"Tele, no", le dijo Natalia Oreiro al director de programación de Telefé, sin haber oído su propuesta, el año último. La actriz uruguaya, que tenía por delante una gira por Rusia, proyectos de cine y teatro, no tenía ninguna intención de volver a pisar un estudio de TV por un tiempo. La última vez que lo había hecho, tras un intervalo de seis años, fue en Solamente vos, en 2013, y por una cuestión de apasionamiento con el trabajo y la dificultad para conjugarlo con su vida personal (su hijo, Atahualpa, tenía 1 año), dormía tres horas diarias.

Pero ese no rotundo se transformó en un sí. La palabra clave fue Campanella. "Cuando nos juntamos con Tomás (Yankelevich) y me dijo que la propuesta venía de la productora Cien Bares, en conjunto con Telefé, fue imposible decirle que no."

Le dijo que sí a Entre caníbales, un producto completamente distinto a lo que venía haciendo en TV. Un policial político, enmarcado en el drama. Le dijo que sí a Ariana, a quien le prestará el cuerpo y el alma.

¿Ya empezaron a grabar Entre caníbales?
Estoy muy movilizada. Llegué el 20 de diciembre de Rusia. Pasé las Fiestas, me fui a Uruguay y el 10 de enero estaba acá para empezar a trabajar. Y todos me decían: ¡Pará! Si arrancamos en marzo. Yo ya estaba con la cabeza en el proyecto y no me pude ir a ningún lado. Tengo un personaje muy difícil, que lo estoy trabajando con una psicóloga, con dos chicas que sufrieron abusos. Mi personaje es el de una chica que sufre un abuso a los 17 años. Y para mí, como actriz, es una gran responsabilidad, porque siete de cada diez mujeres sufren un abuso , no necesariamente sexual, por parte de un hombre. Puede ser en un colectivo, en un trabajo..., y para mí es una responsabilidad muy grande componer un personaje de estas características, hacerlo verdadero y que tenga un punto heroico. Porque no deja de ser una heroína de una serie, una mujer que regresa para tomar venganza. Y es muy complejo el personaje, porque es un policial, que involucra mucho misterio. El público va a ir descubriendo cosas junto con mi personaje. Hay un montón de información que tengo y otra tanta que Juan [Campanella] no me da para que mi personaje se vaya sorprendiendo a medida que la historia vaya transcurriendo.

¿Te había sucedido alguna vez que un director te escatimara información?
No. Lo que pasa es que esta serie es un rompecabezas. Cada personaje puede parecer pequeño, pero después termina siendo el mayordomo. Y a mí me gusta trabajar así. Soy una actriz que necesita mucha seguridad para trabajar. A mí me das el guión solamente y con eso no hago nada. Yo necesito construir el pasado del personaje, qué sucedió en esos 20 años hasta ahora, cómo se relacionaba. En un cuaderno, que tengo ahí con el guión, escribo todas las preguntas para hacerles a Juan y a la terapeuta respecto de mi personaje. Y todas las dudas sobre los otros personajes. Soy muy preguntona.

¿Cómo será tu vengadora?
Juan no quiere una vengadora del estilo Nikita, sin escrúpulos. Ariana tiene muchos sentimientos encontrados. Lo que le sucedió deja una gran secuela en su vida, inmodificable, no sólo en lo emocional, sino en lo físico. Ella tiene que convivir con eso. Tiene múltiples personalidades, según quien tenga adelante. Y para llevar a cabo su venganza deberá ocultar su verdadero yo, tendrá que descubrir quiénes fueron y que cada uno vaya pagando lo que le hicieron.

¿Cuáles son los roles que interpretarán Vicuña y Furriel?
El personaje de Joaquín Furriel es intendente, candidato a presidente. Benjamín es parte de su entorno político y va a ser vicepresidente de él en un momento. Mi personaje se relaciona con los dos. No necesariamente en el plano sentimental, porque mi personaje no va en busca de amor, porque no pudo rehacerse como mujer. Eso llegará con el devenir de la historia.

¿Estás feliz con hacer un drama en TV, más allá de que en cine lo venías haciendo?
La propuesta vino por ese lado. Quieren un color más parecido a lo que vengo haciendo en cine en este último tiempo. La comedia es más cercana a mi esencia porque naturalmente me reconozco en lo luminoso. El drama, la oscuridad, los traumas, los tengo que elaborar más, tienen un proceso de profundidad de donde yo me agarro para sentirme identificada con este personaje. Infancia clandestina fue una película de la que me costó mucho despegarme. Me involucro mucho, me quedo ahí y me cuesta salir. Entonces sé que la voy a pasar mal. Por momentos es contradictorio, porque tengo un trabajo hermoso y lo elijo. Y estoy eligiendo este personaje y sé que lo puedo hacer. Pero soy muy emocional. Cuando me entrego a una escena dramática me olvido de que estoy actuando. Después tengo que salir, ir a mi casa, estudiar lo de la semana siguiente, tengo que acostar a mi hijo.

¿Qué representa este trabajo en tu carrera?
Esto es parte de un proceso que empezó hace bastante. Durante mucho tiempo me ofrecían sistemáticamente papeles que había hecho cuando tenía la edad para hacerlo, y a mí me costó mucho decir todo el tiempo que no por varias razones, por dinero, por ego, porque eran proyectos muy grandes. Rechacé muchos proyectos, y di nombres de actrices que sí cumplían con esas características, proyectos muy exitosos y otros que se están por hacer. Y existió un momento que me lo dio más el cine, donde elegí interpretar mujeres de mi edad, que vivían cosas acordes a mi edad. Para poder crecer como actriz, porque sentía que me estaba repitiendo a mí misma y para volver a elegir esta profesión. En cine siento que sí lo logre. La gente no va a ver la película por mí. Va a ver la película. Y mi desafío es que cuando aparezca en pantalla no vean a Natalia, sino al personaje. Uno se va achatando si no mantiene el motor encendido, de verdad te achanchás, y es muy fácil en este medio quedarse planchado en algo cómodo. Porque te funciona muy bien durante un tiempo, y un día deja de funcionar y. uy, me sacaron el piso, qué pasó. Y ya no das de 20. O ya estamos hartos de siempre lo mismo. Y antes que el espectador, creo que el que se cansa es uno.

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