El Rating es como la edad de los perros, nunca sabes

Conduce “MasterChef”, el ciclo de Telefe que se convirtió en lo más visto del domingo y que termina esta semana. Habla de la competencia, de la TV de estos tiempos, de su perfil de remador.
Lleva las riendas del gran ganador del domingo. Lejos de agrandarse, jura que no le presta atención al rating. Más bien se alegra con la idea de que el programa aliente a la gente a volver a la televisión abierta. Contra algunos pronósticos, teniendo en cuenta que se sumó a la grilla televisiva para intentar pelearle a Periodismo para todos (domingos a las 22, por El Trece), Telefe puede vanagloriarse de haber apostado bien con MasterChef. El concurso que busca al mejor chef amateur de la Argentina fue lo más visto del domingo el último mes. Y tendrá su gran final esta semana (en el horario especial de las 22).
Con trece realities en el lomo, era casi una obviedad que la primera edición argentina del programa cayera en manos de Mariano Peluffo (43 años). Al eterno “remador” -a esta altura, un estigma que lo persigue desde aquellos debates de Gran hermano- le llegó la hora de la estabilidad, de poder elegir proyectos, un lugar que en tiempos de “minuto a minuto” y competencia furiosa televisiva está reservado para elegidos.
Este domingo, luego de 16 capítulos grabados, Peluffo volverá a manejar los tiempos del vivo. Ya sin la impronta divertida y descontracturada que le vimos en GH, pero con la certeza de cerrar otro ciclo exitoso en el canal donde, aclara, no vive.
Antes de empezar el programa, ¿pensabas realmente en ganar el rating del domingo? La verdad... ni. Sabía que es un formato muy fuerte y nunca se había hecho en la Argentina. Como GH, creía que el primer MasterChef tenía que “mover la aguja”. Reconozco como un gran acierto del canal el día y el horario elegidos. Me dijeron que había que contraprogramar: ni periodístico ni deportivo. El resultado está. Ya era un orgullo competirle a Jorge (Lanata). El objetivo ni siquiera era ganar el domingo, sino medir para que fuera sostenible desde lo comercial. Fue un win win (ganancia doble), porque subió el encendido para todos. Con el fútbol local, se sumaban casi 55 puntos entre la TV Pública, El Trece y nosotros. Generó que un perfil de público que hoy se vuelca a las series, al cable y a los contenidos online y OnDemand, vuelva a ver televisión abierta.
¿Entonces Susana tiene razón? ¿Los 20 puntos de hoy son los 40 de antes? Qué sé yo. Para mí el rating es como la edad de los perros... nunca sabés. Arturo Puig siempre dice que Grande, pá hacía 50 puntos. Pero eran otras mediciones. Creo que ya no se mira una única tabla. Hay programas que salen terceros en su franja y son un gran negocio. Y hay programas que miden un montón y están en números rojos. Creo que es más complejo que decir: ‘ Ayer ganaste o perdiste’ . Yo no estoy tan pendiente de cómo le fue o le puede llegar a ir. Yo en el canal pregunto si el producto está bueno y si los anunciantes lo buscan. El resto es anecdótico.
¿Cuáles son las claves del éxito del programa? Hubo un boom de la cocina, que permitió que canales como Utilísima y Elgourmet se impusieran. Y la cocina dejó de tener lugar en la televisión abierta. MasterChef recupera eso. Pero no es un programa para aprender a cocinar. Es un programa para que te pongas la campera y te vayas a buscar un rogel a donde sea. Porque te entra por los ojos. Tiene una calidad de realización de corto publicitario. Y además, somos un país de morfi. Nos vamos de vacaciones y lo primero que preguntamos es un lugar donde se coma bien. Si te toca sol o lluvia es lo de menos.
En otros “MasterChef”, no existe la figura del conductor, ¿cómo lo fuiste encontrando, puliendo? En realidad, más que pulir, me encontré tratando de no dejar que se transforme en mi programa. Uno enseguida quiere ponerle su tono, sus latiguillos, su anécdota. Eso te lo convierte en un programa de autor, como el Debate de GH. Cuando los formatos son más duros, es como la película El transportador: te ponen algo en el auto y tenés que llevarlo hasta allá, no preguntes. Yo acá le pongo muy poco mío. Sé que lo conduzco, lo llevo y lo estaciono, no lo choco. Es más el conductor/presentador de la vieja escuela. No lo tuneo a lo Mariano. Porque es un programa con los climas y con los tiempos tan claros, que si metés un chiste donde no va, es peor que si no lo hacés.
¿Cómo ves la tele de hoy? ¿Qué cambió desde que empezaste? Hoy la tele va para una lado que, sin criticar, a mí no me queda tan cómoda con mi perfil. Va para un costado más histriónico, más estridente...
¿Más farandulero? Más llevado a los límites. Yo me engancho viendo los programas de Ale (Fantino). O a (Santiago) Del Moro, con su look, veo cómo lo lleva, cómo maneja los tiempos, reparte el juego. Ahora, si me decís: ‘Venís y lo hacés’ , te digo que que no. No hablo desde el punto de vista personal ni del ninguneo del producto. No lo podría hacer porque lo transformaría en algo mío, te haría un chiste, te contaría una anécdota de mi

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